Por la noche, el sonido se presenta como un ente vivo que suele estar dormido.
En el marco del Festival Tsonami, edición XVI, caminamos de noche por las laderas del Cerro Barón en Valparaíso, Chile. Esta vivencia me hizo reflexionar sobre las relaciones de colectividades e individuos, que transitan y experimentan la noche con el objetivo de escucharse. Nuestros ecos resonaban a pie. Cuando miré mis pasos vi a una multitud de mujeres y caminantes queer. Participamos dándonos instrucciones que nos llevaron a una dinámica acústica y callejera. Cada propuesta nos acercó de forma personal a la escucha y a conocernos a través del movimiento y el sonido. Esa noche caminé con las colectivas Sonoras de Chile, Akelarre Subversiva de Bolivia y Dodecafónicas de Brasil, así como las artistas Donia Jourabchi, Ivonne Villamil, Verónica Luyo y Lisa Hall.
Deambular de noche me hizo pensar en nuestras formas situadas de sonoridad que se traducen en la ejecución performativa de creación, compartiendo métodos y extendiendo nuestras prácticas por medio de un juego lúdico. En este sentido, la caminata nocturna que vivimos me hizo pensar con profundidad en las relaciones corpóreas que se entrelazan con colectividades en situaciones de vulnerabilidad. Esto al hacer énfasis en la resonancia auditiva que tiene un vínculo con nuestra identidad de género, lenguaje, edad, experiencia racial, étnica y de clase. Al estar situadas como caminantas en el Sur Global, no sólo dentro de una geografía común, sino entendiéndose desde un espacio vital en la experiencia sónica. La práctica de caminar amplificando grupalmente nuestros pasos, contrastó de manera significativa con la figura de la flâneuse y su individualidad andante.
Flâneuse, un corsé feminista colonial
He vivido en el Norte Global desde hace dos décadas, he escuchado y asimilado el concepto de la flâneuse como una mujer que camina sola y ejerce su autonomía en el espacio público. Este concepto se ha convertido en una figura de libertad que al mismo tiempo ciñe, como un corsé, un modelo proveniente del feminismo hegemónico. La flâneuse es el sustantivo femenino en el idioma francés del concepto de flâneur, una figura literaria del hombre burgués que camina mientras mira, escucha y accede al espacio público con una mirada estética. Esta figura es vislumbrada por Walter Benjamin desde las experiencias andantes del poeta Charles Baudelaire en el París del Segundo Imperio. Personaje que enmarcó la imagen del caminar colonial, en su mayoría encarnado en un personaje cis-masculino blanco que cuenta con el privilegio de divagar indefinidamente. Ya en el contexto contemporáneo de la literatura y el arte, la figura de la flâneuse está minada de ejemplos de mujeres provenientes del Norte Global, con el privilegio de clase que les permite ejercer la caminata como medio creativo y de enunciación pública.1
El tema de la caminata sonora nocturna desde una perspectiva de género, anclada en el ideal de flâneuse, se encuentra en el ensayo escrito por la compositora canadiense Andra McCartney y la académica Sandra Gabriele. En el texto Soundwalking at Night (2001), reflexionan acerca de sus experiencias como caminantes en la ciudad de Montreal en Canadá. Ellas hacen una crónica de sus caminatas nocturnas, estableciendo sólidas conexiones con el concepto de la flâneuse desde las prácticas auditivas. Su ensayo profundiza en la agencia femenina de la caminata documentada con una grabadora y micrófono:
En cierto modo, actuamos como exploradoras urbanas o flâneuses, observadoras del entorno urbano, deambulando por él, prestando atención a los aspectos mundanos y fragmentados de la vida en la ciudad. No obstante, es importante señalar que se trata sólo de una conexión parcial: no sólo somos observadores distantes, como se suele definir a los flâneurs, sino también oyentes comprometidos, conectados por un ombligo microfónico al mundo que nos rodea, con un compromiso mayor debido a la perspectiva amplificada que escuchamos. No obstante, somos flâneuses en el sentido de exploradores errantes y documentadores de la vida urbana.2
Para McCarney y Gabriele, las herramientas de audio proporcionan agencia sónica, utilizando el micrófono como arma que les protege de conversaciones no deseadas y situaciones de acoso verbal y físico. La grabación sonora se convierte en una herramienta de observación aural que se extiende a un acto de afirmación y defensa personal. A lo largo de este texto reconocen que, a pesar de las libertades y posibilidades del deambular urbano por medio de la agencia creativa de la flâneuse, las mujeres siguen estando sometidas a la violencia de género perpetrada en un sistema patriarcal. Si bien esto afirma una realidad común, los caminos transitados en el Norte Global no son comparables con las opresiones que se viven en contextos con infraestructuras carentes, corrupción política, y en crisis económicas existentes en algunas regiones del Sur Global. En estos espacios, el riesgo y miedo a ser violentadas o asesinadas en la vía pública es latente, real. Por ende, este concepto no responde a los desafíos de movilidad y cuidado en situaciones de marginalización racial y de clase social. Mi principal crítica al concepto de la flâneuse es que acota la experiencia de autonomía desde la perspectiva del feminismo situado en el occidente, mientras que excluye subjetividades que no existen bajo esa lógica. Esto amplifica narrativas históricas de un modelo de libertad inaccesible para mujeres y disidencias de género que viven bajo regímenes coloniales.
El concepto de flâneuse no toma en cuenta las ontologías de la violencia que experimentan a diario las mujeres y LGBGT+2 en sociedades donde el patriarcado tiene un control total de la esfera pública. La concepción de la flâneuse está arraigada en el caminar como acto de afirmación asumiendo su traducción estética como herramienta universal. Sin embargo, esto se encarna allí donde la democracia se ejecuta desde la soberanía de sus individuos. La seguridad pública se ve mermada para las mujeres y disidencias en sociedades donde la guerra, los conflictos políticos, las crisis económicas y el extractivismo influyen de manera directa en la violencia de género. Por lo tanto, es esencial reflexionar sobre las condiciones socioeconómicas en el ejercicio de la caminata, ya que su vínculo con el patriarcado colonial instaura desigualdad y exclusión de género, clase, raza, etnia y discapacidad en el espacio público. Con esta crítica a la flâneuse no planteo una renuncia a la agencia del andar, sino imaginar otras autonomías basadas en las realidades y dimensiones sociales de cada contexto.
En mi investigación artística exploré el concepto de la caminata situada por medio de la realidad virtual (VR) y la psicogeografía. En la pieza VR y ensayo teórico Flâneuse>La Caminanta3 , ya vislumbraba los contrastes entre vivencias de mujeres de diversas razas y etnias con los límites del concepto de la flâneuse. Como parte de este proceso escribí reflexiones sobre seis caminatas sonoras que realicé con colaboradoras en diferentes ciudades como Abu Dhabi, Ciudad y Estado de México, Brooklyn, Bronx y Vancouver. Hablamos en relación a la violencia de género, accesibilidad, visibilidad y marginalización desde su propia experiencia y en su locación.
Actualmente mi trabajo se enfoca en conversaciones por medio de caminatas nocturnas y colectivas utilizando una plataforma de realidad virtual para audio. Las grabaciones son geolocalizadas en el espacio público tomando en consideración el ambiente sonoro y su contexto. Estas grabaciones forman parte de la interpretación acústica de una partitura titulada Sono-Soro(walks). La primera iteración fue realizada en colaboración con colectivas que practican activismos en el espacio público. El objetivo era crear un diálogo a partir de experiencias situadas en diversos entornos del Sur y Norte Global. Miembras de los colectivos, uno en Puebla (México) y el segundo en Estambul (Turquía), expresaron el riesgo de ejecutar y grabar el audio de esta partitura durante la noche. Les propuse grabar sus inquietudes y frustraciones al desposeimiento del derecho al libre tránsito nocturno, pero me pregunté si esta acción fomentaba el extractivismo narrativo, al exponer sin una dialéctica con las participantes, opresiones del patriarcado y la colonialidad en el Sur Global ante audiencias en el Norte Global. Entendí que el proyecto sólo funciona con procesos de escucha y con prácticas colectivas que implican una metodología situada. Con el objetivo de crear vínculos con las participantes, con el espacio donde se graba, se escucha y se localiza la caminata sonora.
Las prácticas relacionales de escucha feminista invitan a reflexionar sobre los ejes de violencia de género y el colonialismo entre el Sur y el Norte Global. Principalmente cuando tomamos en consideración de quién y cómo se escuchan estas narrativas, para quién se dirige esta experiencia sonora, y cómo se benefician las comunidades participantes, más allá de la audición. Estas relaciones tanto conceptuales como éticas son fundamentales en la formación de prácticas sonoras decoloniales, concebidas fuera de los modelos aurales y de género establecidos desde el Norte Global.
Prácticas decoloniales feministas desde el sonido y la colectividad
Los feminismos decoloniales (Lugones 2010) concretan sus propios modelos y agencias de autonomía fuera del corsé de la flâneuse, imaginando y comprendiendo las experiencias al caminar a partir de las realidades situadas y de los pueblos originarios del Sur Global. Estas prácticas modelan estrategias en diálogo con su región al establecer figuras de emancipación y protesta, reivindicando sus movimientos sociales y en relación a sus expresiones de género.
En lo aural en marcha aprendí de las prácticas de denuncia pública del colectivo de Sonoras en Chile, las intervenciones del urbanismo relacional que plantea Dodecafónicas desde Brasil y de las estrategias tácticas de Blank Collective en diversas ciudades de India. La colectividad en paseos sonoros se basa en experiencias de escucha y encarnación auditiva. Cada caminata reflexiona sobre su territorio político, social y ecológico desde la escucha situada. En este ejercicio es esencial partir de la pluralidad de las experiencias aurales en movimiento, en relación a cada cuerpo y su memoria. Crear alianzas y solidaridades políticas implica colaboración en la escucha, considerando el activismo como una extensión y en relación con la sonoridad. Caminar colectivamente aporta la posibilidad del conocimiento relacional, mientras que escuchar va más allá de la grabación de sonido para abrir diálogos, buscando formas comunitarias al abrazar el espacio público y lograr una enunciación política. Sin alejarnos de la singularidad de la oyente en movimiento, mi invitación apunta a la creación de espacios de escucha que aborden prácticas decoloniales a contrapelo de un régimen aural (Bieletto-Bueno 2019) y al margen de la hiper-individualización que deriva en modelos binarios.
En mi relación con prácticas aurales dentro del colectivo de Sono-(soro)ridades4 , se manifiesta a partir de la escucha dialéctica, donde posicionamos nuestras experiencias personales de creación e investigación para desarrollar colaboraciones. De esta manera entendemos nuestras divergencias y coincidencias al estar situadas entre el Sur y el Norte Global. Este grupo comenzó en 2020 en el panel Sono-sororidades en la Red de Ecología Acústica en México. Ha evolucionado en proyectos que abarcan la escritura académica, talleres, instalaciones sonoras, conversatorios, pero sobre todo, un círculo que abre cuidados, conexiones personales. Tomamos en cuenta la afección con el interés común de abordar y escribir nuestros conocimientos desde diversas líneas de investigación-creación partiendo de la experiencia y estudio de sonido como punto de partida. Este término es una propuesta teórico práctica de seis académicas, músicas y productoras de sonido, Victoria Polti, Freya Zinovieff, Gabriela-Aceves Sepúlveda, Laura Balboa, Ana Alfonsina Mora y Amanda Gutiérrez. El término de sono(soro)ridades, parte de una perspectiva interseccional para abordar y entender feminismos en prácticas aurales. Discrepamos de la ideología patriarcal supremacista y extractivista que infiere en la colonialidad. Entendemos su trasfondo social e individual y su implicación con la sonoridad. La sono(-soro)ridad propone un trans-feminismo (Califia 1997) desde las subjetividades y experiencias LGBQT+2 en el Sur Global. Esto es parte crucial de su ethos en la formación de la escucha posicional y decolonial (Robinson 2020).
Caminado y resonando colectivamente en Tsonami
En el ejercicio de la escucha en movimiento, mi experiencia al caminar con las colectivas y participantes en el Festival de Tsonami en Valparaíso, me permitió entender diversas metodologías que nacen desde sus prácticas situadas apuntando hacia una sororidad sonora. A pesar de lo efímero de esta experiencia, el eco de las instrucciones grupales, la improvisación sonora, y la escucha profunda en sus talleres, abrió mis oídos a la complejidad de las disonancias.
Fue un momento fugaz que pudo escucharse en el sonido ambiente y resonando entre la marcha. El silencio también nos dio la bienvenida a una hermandad caminante, donde experimentamos los sonidos que emitimos al bajar las escaleras, al subir las cuestas, al tocar con las suelas el piso que se abría como un ancla comunitaria. Esa noche, al caminar en grupo, el miedo se diluyó porque fuimos un solo cuerpo con muchas autonomías y pluralidades. Nuestras experiencias se entrelazaron como una red y nos recordaron que no estamos solas. Por eso esta colectividad nocturna y efímera fue un ejercicio simbólico de sororidad aural. Pude entender que estas colectivas feministas se aproximan a lo sonoro a través de lo corpóreo, tomando el espacio público a través de los afectos, gritando, marchando, por medio de una enunciación deambulatoria, resonando.
Como parte de este ensayo he editado un video de la documentación de esta experiencia nocturna en Cerro Barón en Valparaíso, Chile. La fotografía es de Carla Motto y el audio es una grabación de Donia Jourabchi. Mi agradecimiento a las colectivas, Sonoras, Akelarre Subversiva y Dodecafónicas por las experiencias aprendidas desde sus prácticas de feminismo aural.
Notas
- La escritora Laura Elkin en su libro, “Flâneuse Women Walk the City in Paris, New York, Tokyo, Venice, and London” (2017) presenta una investigación detallada de escritoras abordando la experiencia de ser flâneuses, mismo que influyó creativamente y visibilizó el tema del espacio público y el caminar desde una perspectiva de género. En un intento de diversificar aportaciones a la flanerie, se encuentra la publicación alemana titulada Flexen que edita un compendio de ensayos literarios desde la subjetividad de autoras en su mayoría migrantes, y de personas pertenecientes a la comunidad LGBQT+2. Lamentablemente no pude acceder al contenido de este volumen ya que solo fue publicado al idioma alemán.
- Soundwalking at Night. A Research Project by Andra McCartney and Sandra Gabriele. Presented at the Night and the City Conference. McGill University, Montreal, Quebec. March 15 –18, 2001. P. 2 (Traducción de la autora).
- https://soundstudiesblog.com/2019/08/12/flaneusela-caminanta/ (Ultima visita Junio/2/2023)
- https://criticalmediartstudio.com/portfolio/sonosororidades/
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