‘Memoria Oceánica’ una experiencia sónica como ejercicio de escucha activa
Este ensayo corto se basa en las reflexiones del capítulo 4: ‘Artifacts’, de mi manuscrito doctoral aún inédito
¿Cómo puede lxs investigadorxs desprenderse de sus suposiciones preconcebidas sobre lo social y realmente escuchar el trabajo de campo a través de un gesto inventivo y creativo? ¿Cómo puede la etnografía alejarse de los métodos tradicionales, arraigados en prácticas científicas coloniales, y buscar formas alternativas de comprender de manera sensible y holística las comunidades con que colabora? Estas preguntas han sido constantes a lo largo de mi doctorado de arte y antropología en el Instituto de Etnología Europea de la Universidad Humboldt de Berlín, la cual nace desde una conciencia que comenzó en el 2015, cuando la crisis global del régimen fronterizo se volvió alarmante. Desde ese período, las crisis fronterizas en Europa y Sudamérica se caracterizaron por la violencia y deshumanización hacia comunidades que huían de conflictos, guerrillas, corrupción y pobreza. Entre las tácticas de los regímenes fronterizos para controlar la movilidad estaba el establecimiento de «campos de refugiados». Estos lugares, comúnmente referidos dentro de la academia como «no lugares» (Augé, 1992) o «lugares de excepción» (Agamben, 1988), se convirtieron en espacios donde la identidad, el sentido de pertenencia y la dignidad humana eran frecuentemente socavados, resonando con antiguas estructuras coloniales y su marginalizada etiqueta del ‘el otro’. En contraste, mi doctorado examina una contranarrativa: la de los asentamientos informales y autónomos establecidos por comunidades-en-tránsito que buscan refugio rechazando la inclusión en bases de datos migratorias oficiales. Estas comunidades han ocupado espacios vacíos y edificios abandonados en las llamadas periferias urbanas, creando formas alternativas de pertenencia y convivencia, desafiando las nociones convencionales sobre placemaking en ciudades postmodernas.
A lo largo de esta investigación doctoral, he desafiado el enfoque centrado en los individuos como principal método de estudio en zonas afectadas por la migración y los conflictos fronterizos. En su lugar, he puesto énfasis en el territorio y la regeneración urbana, investigando cómo las comunidades migrantes resignifican estos espacios vacíos. A través de experimentos metodológicos artísticos, sonoros y etnográficos, busco crear conexiones alternativas con estos lugares, adoptando una perspectiva relacional que abarca tanto a los humanos, lo urbano, la naturaleza y sus entidades no-humanas.
Esta indagación critica, responde a mi propia posicionalidad en esta disertación. Quise evitar la representación del «cuerpo migrante» anclada en la vulnerabilidad y la victimización, algo común de las narrativas actuales. Me alejé de medios visuales como la fotografía y el video, consciente de su capacidad para reforzar estereotipos racistas a través de dispositivos como el retrato, la publicidad y las redes sociales. En su lugar, elegí el sonido y la escucha, como herramientas que me permiten romper con la violencia que subyace a la representación del migrante, la cual se encuentra arraigada en estructuras coloniales que han pautado históricamente el imaginario y la construcción de la idea del ‘otro’. Así, abordé la recolección de sonidos, la creación de paisajes sonoros y la escucha colectiva como alternativas para documentar estas realidades, transformando mi enfoque hacia procesos decoloniales, colaborativos y no extractivistas.
La política del sonido y la escucha
Mi interés en el sonido y la escucha como una forma de abordar el trabajo de campo dentro de un marco antropológico fue acompañado por mi fascinación con las sonoridades de entidades no-humanas, como los océanos y los mares, elementos que estaban presentes no solo en mis encuentros con lugares y personas que tenían una conexión geográfica con ellos, especialmente con las tragedias actuales del mar Mediterráneo y Canal de la Mancha, sino también en encuentros con narrativas pasadas de rutas coloniales a través del atlántico y pacífico, donde estos sonidos se volvieron clave para interconectar historias migratorias pasadas y contemporáneas de una manera sensorial y afectiva.
Como parte de uno de mis viajes de intercambio de investigación doctoral, fui invitada por el Centro Italo-chileno de Investigación Artística y Natural L’Aquila Reale, ubicado a las afueras de Roma, a participar en una residencia artística para continuar investigando y recopilando material sobre uno de mis casos de estudio que se ubicaba en la llamada periferia Romana. Me interesaba centrar este proceso creativo en la idea de ‘escuchar y dejarse escuchar’, trabajando con la comunidad de L’Aquila Reale. A través de grabaciones anteriores de paisajes urbanos en Roma y una colección de archivos sonoros coloniales, buscaba abrir un espacio para la escucha colectiva. Para ello diseñé una sesión llamada ‘Memoria Oceánica’, pensada no sólo para prestar atención a los fragmentos sonoros que estaba analizando y recopilando como parte de la residencia, sino también para ‘sintonizar con la escucha del otro’, para percibir a la persona que está cerca en ese momento de escucha compartido.
Estos ejercicios de escucha activa forman parte de mis yuxtaposiciones entre arte y antropología, donde mis preguntas iniciales fueron: ¿A quién escuchamos? (Ndikung, 2020) ¿Y a quién dejamos escuchar? Inspirada por las reflexiones del antropólogo Bruno Latour sobre lo social, ‘¿Cómo escuchamos socialmente?’ (Latour, 2007), este método buscó involucrarse con un espacio de reflexión sobre las experiencias de las personas en torno a la noción de territorio, patrimonio e impacto en el paisaje, ramas conceptuales de los directores de L’Aquila Reale, que exploran cómo el centro cultural influye en la vida diaria de las personas y el ecosistema circundante (Manifiesto de L’Aquila Reale, 2020).
Mi propósito inicial en la residencia era crear un espacio para socializar la escucha de los archivos sonoros coloniales italianos que había encontrado en mi trabajo de campo previo, como una reflexión alternativa sobre el patrimonio cultural subyacente a la tensión del orgullo nacional italiano y su enfoque actual. En particular, me interesaba yuxtaponer diferentes capas históricas entre los archivos coloniales y las migraciones contemporáneas de la diáspora africana en territorio italiano, las que no son mencionadas en la narrativa reciente del patrimonio italiano. Estos registros fueron principalmente recopilados del Archivio Audiovisivo del Movimento Operaio e Democratico de Roma (AAMOD). Otra de las motivaciones para aceptar la invitación a la residencia en L’Aquila Reale e incluirla en mi programa de intercambio doctoral se debía a que la residencia colaboraba activamente con el Museo delle Migrazioni de Lampedusa, un proyecto de Museo, Archivo y Centro de Migración Mediterránea que rescató de la destrucción y recopiló cientos de objetos pertenecientes a migrantes que habían desembarcado en la isla italiana de Lampedusa desde 2008.
Durante la residencia, me concentré en analizar diferentes grabaciones de estos archivos sonoros coloniales para encontrar la mejor manera de compartirlos con la comunidad. Tuve múltiples idas y vueltas sobre cómo podría dar a oír estos registros, o incluso si era apropiado presentarlos en un contexto artístico-comunitario. Uno de mis cuestionamientos era cómo estos archivos deberían ser expuestos ya que mi intención no era realizar ningún tipo de intervención sobre el material sonoro, sino más bien crear accesibilidad. Para mí, era importante ser cuidadosa con el manejo de estas grabaciones, no solo por su calidad y condición histórica y patrimonial, sino también porque se trataba de evitar un proceso de escucha violento entre los participantes en el momento de mostrar un pasado que podría resultar incómodo para aquellos que pudieran escuchar ‘entre líneas’ la propaganda colonial (ver más en Garland 2022). Estos aspectos me preocupaban al desconocer cómo reaccionaría la comunidad cuando se creara un espacio para hablar sobre el colonialismo italiano, su influencia fuera de Europa, la conexión con la realidad actual migratoria y los regímenes fronterizos. Estas inquietudes surgían del hecho de que L’Aquila Reale se encuentra en un pueblo de montaña, habitado en su mayoría por personas de entre 65 y 90 años nacidas en la zona. Por lo tanto, se trataba de una audiencia específica frente a temas urgentes pero poco abordados en el cotidiano italiano.
Mi intención no era confrontar a la comunidad y mucho menos producir algún malestar al compartir estos archivos sonoros, sino más bien probar modos de percepción alternativos, donde el ‘escuchar y dejarse escuchar’ serían la base para encontrar formas de ‘sintonizarse’ hacia la apertura y comprensión de la información. Me inspiré en ideas decoloniales y feministas que refieren formas de escuchar, basadas en el cuidado y el afecto por el otro como elementos esenciales para una escucha ‘afectiva y efectiva’. Debido a estas preocupaciones y por el corto tiempo de la residencia, decidí dejar de lado los archivos sonoros coloniales para enfocarme en sonoridades naturales que estaba grabando en paralelo en mi trabajo de campo. Para esta ocasión, tomé registros oceánicos del Mediterráneo y los mares nórdicos, como en el canal de la mancha, sin olvidar la esencia de esta escucha colectiva, que buscaba continuar reflexionando sobre las relaciones entre el legado colonial y las migraciones actuales y su confrontación con el régimen fronterizo, tomando la precaución de qué tipo de sonidos era posible compartir con una determinada comunidad como la del L’Aquila Reale.
Soy consciente que la transición de escuchar archivos coloniales a paisajes marinos representa a primera vista un cambio completo de perspectiva. Inicialmente, puede parecer difícil entender la lógica detrás de incorporar sonidos oceánicos en la experiencia de escucha colectiva sobre el colonialismo. Reconozco el peligro que esta decisión podría parecer alinearse una apelación superficial de lo sublime y la estética de un viaje experimental marítimo, donde el atractivo de la delicada sonoridad del océano podría desviar potencialmente el enfoque previsto de explorar las capas ocultas del colonialismo italiano dentro de un marco migratorio contemporáneo. Por el contrario, aquí, la experiencia estética de sumergirse en los sonidos del agua sirvió como una estrategia respetuosa y simbólica para guiar a los oyentes a través de las diversas capas de historias coloniales pasadas y contextos migratorios del presente. El estímulo sensorial de los sonidos marinos actuó como una puerta de entrada a una exploración sonora del colonialismo, alejándose de las voces dominantes del poder presentes en la propaganda de estos archivos. En su lugar, el océano emergió como una voz no humana, guiando una contemplación atenta, crítica, solidaria, reflexiva.
El audio compartido en esta experiencia fue una grabación de postproducción tomada de mi archivo sonoro de océanos y mares, recopilado en estos cuatro años del proyecto doctoral con aproximadamente 50 muestras de diversas zonas del Mediterráneo, el Mar del Norte y los Océanos Pacífico, especialmente de las costas de Calais, Nápoles, Lido di Ostia, Antofagasta y Valparaíso. Las grabaciones se realizaron utilizando grabadoras ambientales e hidrófonos para grabar bajo el agua. Me interesaba usar la poética de los tracks sonoros oceánicos como narrativas compositivas y teóricas de viajes coloniales y contemporáneos a través del Mediterráneo, el Canal de la Mancha y el Océano Pacífico. En lugar de llevar los sonidos de los archivos coloniales para iniciar discusiones en torno al régimen fronterizo europeo, quería abrir estas reflexiones a través de los sonidos ambientales y submarinos de estos océanos, dejando de lado la voz propagandística que resuena en el archivo colonial, amplificando la textura y los ritmos que la naturaleza, y en este caso, el agua de mar, posee.
AQUÍ para escuchar la pieza sonora de la escucha colectiva ‘Memoria Oceánica’
A través de este ejercicio busqué explorar cómo las pistas de audio del Mediterráneo y el Mar del Norte podían crear un ambiente propicio para abordar la migración actual en Italia y su legado colonial. Para lograr mi propósito a través de un laboratorio de escucha ‘Sonic-Lab’, utilicé diferentes tipos y formatos de altavoces que recopilé durante la residencia. Gracias a la ayuda de algunos vecinos, así como del sacerdote del pueblo que me facilitó un megáfono de la iglesia cercana utilizado para las procesiones durante la Semana Santa, obtuve altavoces principalmente de la década de 1960. Las narrativas particulares asociadas con cada uno de estos altavoces también estaban presentes en la escucha colectiva. Para mí, era importante reconocer de dónde provenían los altavoces, para qué se usaban y sus cualidades acústicas, ya que había una gran diferencia de calidad entre los altavoces y los megáfonos, donde los tonos bajos eran más notorios, produciendo una textura más difusa en comparación con los altavoces de alta calidad que podían reproducir mejor los detalles más sensibles de las grabaciones de agua.
Foto cortesia © L’Aquila Reale: Centro di Arte e Natura di Civitella di Licenza, Roma Italia
La conversación grupal se desarrolló orgánicamente, revelando diversas capas de información, conexiones y relaciones. Sin una guía predefinida ni una voz dominante, el diálogo se adentró en una rica tapicería de temas, intrincadamente entrelazados. Las discusiones giraron en torno a los trágicos eventos que ocurren actualmente en el Mediterráneo, donde el hundimiento de flotas irregulares de personas cruzando estas aguas han provocado un cementerio de cuerpos hundidos por consecuencia de la ausencia de políticas adecuadas del régimen fronterizo. A su vez, se hicieron presentes conexiones con el pasado colonial italiano, especialmente al trazar paralelismos entre la historia de la colonia italiana en Eritrea y los movimientos migratorios contemporáneos de estas comunidades hacia Italia. Durante los intercambios, prevaleció una atmósfera de tranquilidad y deliberación pausada, caracterizada por un profundo respeto por la perspectiva única de cada participante. A través de este experimento de escucha profunda colectiva (ver más en Oliveros, 2005), se reveló un importante aspecto relacionado con la capacidad de generar espacios de diálogo sin confrontación ni discordia. Esta ausencia de conflicto explícito y confrontativo, lejos de diluir la discusión, permitió la creación de un entorno en el que los participantes podían conectar profundamente con el material presentado, no solo desde una perspectiva intelectual, sino también afectiva. La decisión de no compartir las grabaciones de archivos coloniales se fundó no solo por el temor a posibles reacciones adversas, sino también por una comprensión más amplia: el sonido del agua, de los océanos, ofrecía una plataforma más adecuada para facilitar una reflexión holística y multisensorial.
En este contexto, observé de qué manera diez minutos de escucha colectiva de sonidos oceánicos permitieron a los participantes sincronizarse, vibrar y resonar entre sí. Al sintonizarnos con la naturaleza, desbloqueamos el potencial para una escucha recíproca: un entrelazamiento de compromiso ‘afectivo y efectivo’. Este enfoque se conecta con las ideas de Michalinos Zembylas (2021) sobre la «descolonización afectiva», donde el proceso de descolonización involucra no solo conocimientos e ideas, sino también la dimensión emocional. La descolonización, en este sentido, debe involucrar una transformación en la forma en que sentimos y nos relacionamos con las estructuras coloniales, especialmente en contextos sociales y cotidianos. En mi experiencia con la escucha colectiva de sonidos oceánicos, observé cómo el proceso permitió que los participantes resonaran entre sí, creando una solidaridad tácita que trasciende el mero análisis intelectual. Zembylas sostiene que este tipo de transformación afecta las «estructuras sensoriales» del colonialismo, profundamente arraigadas en nuestras instituciones, particularmente en el Norte Global. En este sentido, la sincronización emocional y la resonancia entre los participantes durante la escucha de los sonidos oceánicos puede entenderse como un ejercicio de «solidaridad descolonizadora». La escucha se convierte en una práctica que va más allá de la simple recepción pasiva de información y se transforma en una herramienta para construir nuevas formas de relacionarnos con los demás, con la naturaleza y con los legados coloniales que intentamos comprender y superar.
Así, la relación entre la escucha afectiva y efectiva cobra relevancia: al conectar con el sonido del agua, logramos abrir un espacio donde el pasado, el presente y el futuro coexisten en una especie de entrelazamiento temporal. Este tipo de escucha permite desbloquear el potencial para una sintonización recíproca, donde los participantes no solo escuchan, sino que también son escuchados, generando un espacio de intercambio afectivo que desafía las jerarquías tradicionales de conocimiento y poder.
La «descolonización afectiva» requiere una reconfiguración profunda de nuestras prácticas cotidianas, especialmente en la forma en que facilitamos el aprendizaje y nos comunicamos. La capacidad de escuchar de manera efectiva, sin imponer narrativas dominantes ni buscar confrontación, se vuelve clave para este proceso. Al incorporar elementos de escucha recíproca y resonancia emocional, estamos dando un paso hacia un diálogo que no solo descoloniza el conocimiento, sino también las emociones y las sensibilidades, creando un espacio donde la solidaridad y la comprensión profunda pueden florecer.
BIBLIOGRAFÍA
Agamben, G (1998). Homo Sacer: Sovereign power and bare life.
Augé, M. (1992). Non-places:An introduction to supermodernity. Vero Books.
Archivio Audiovisivo del Movimento Operaio e Democratico (AAMOD), Rome. Accessed online at www.aamod.it (04/01/2024)
Garland, M.(2022). Sound map of a migration journey: a sonic essay. From the European South, 11: 78–85
Latour, B. (2007). Reassembling the social: An introduction to actor-network-theory. Oup Oxford.
L’Aquila Reale (2020). Centro d’Arte e Natura di Civitella di Licenza, Manifesto. https://laquilarealelicenza.org/manifesto-artistico
Ndikung, B. (2020). Space-Time Continuum of Sonority: Deep Listening Sessions. Winter 2020–21, Weißensee Kunsthochschule Berlin.
Oliveros, P. (2005). Deep listening: A composer’s sound practices. IUniverse
Zembylas, M. (2022). Toward affective decolonization: Nurturing decolonizing solidarity in higher education. Journal of Curriculum and Pedagogy, 20(4), 300–319.
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BIO
Melanie Garland es artista-investigadora y restauradora de patrimonio artístico y cultural de la Universidad de Chile y Máster en el Palazzo Spinelli de Florencia, Italia. Actualmente es candidata al doctorado en antropología migratoria de la Universidad Humboldt de Berlín, en el campo de la migración y los estudios postcoloniales a través de prácticas artísticas y la etnografía. Desde 2010, se interesa en la relación entre arte, migración y antropología visual, trabajando con prácticas artísticas tales como la instalación, la sonoridad, el arte participativo, la acción artística y el proceso performativo.
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