ARTISTA
Julia Fernanda Bejarano López

Llevo un buen tiempo pensando sobre el sonido de la respiración, mucho más respirando. Respirar es, en sí, de las acciones más ordinarias y comunes que hacemos, y se dice que se respira en soledad. Nada más leer la descripción que hace la autora argentina María Negroni de la respiración de su madre para darnos cuenta de este aislamiento: “Tenías asma. No respirabas bien, nunca todavía no aliviada. Una aridez progresiva, un clima de invencible soledad” (2023, 14). Aun así, no puede haber algo que describamos como una acción solitaria y que al mismo tiempo sea común, es decir, respirar es una acción individual, colectiva y de conexión tanto con otros seres como con nuestro entorno. “¿No es entonces otro cuerpo interpuesto el que permite acceder a la <<transparencia>> del otro?” (Zendy 2015, 9). No respiramos solos, pero usualmente no somos conscientes de ello. Como si tuviéramos la oreja, pero hubiésemos perdido el oído. Negroni ineludiblemente respiraba con y a través de su madre. 

Respirar supone un ritmo vital, una transformación, un intercambio, una alternancia, una acción, un movimiento. Si cambian nuestros ciclos usuales de respiración nos damos cuenta de nuestro propio ritmo, del contrapunto que lo ha truncado, y esto nos previene, advierte, alerta, percata, nos sensibiliza. En una interpolación entre la cotidianidad y el arte, estas sonoridades de la respiración no han sido un material usual dentro de la plástica sonora, aunque sí se han manifestado y develado en trabajos y acciones que señalan lo esencial y lo vital. El compositor francés Christian Zanési realizó en 1990 su pieza de música electroacústica Courir (Correr), con sonidos captados por un micrófono pegado a la boca de una persona corriendo. La respiración agitada del cuerpo que corre evidencia esta vitalidad mencionada. El mismo Zanési lo describe como “una presencia real de una persona estableciendo su ritmo” (1990, 9). Así se manifiesta la relación entre la acción de correr, el cansancio y la repetición, lo circular y la progresión.

Hace poco (2023) presenté en Kiel, Alemania, una obra llamada El sonido de tu respiración dentro de mi casco, parte de mi exposición Desasosiego/Unrast. Este video muestra una persona con una máscara de vidrio en la que se puede ver su respiración a través del empañamiento, en contraposición a otra acción repetitiva, una especie de movimiento-respiración corporalmente abierto hecho en una montaña nevada y ventosa. Por un lado, hay algo interno, íntimo, encerrado, vulnerable, y por otro, algo externo que supone la conexión del cuerpo humano con el espacio que ineludiblemente mantiene un nivel profundo de intimidad. Un cuerpo y un territorio respirando al mismo tiempo. A la par del video sonaba una polifonía inmersiva de respiraciones humanas. Manipulé los sonidos de tal manera que su granulación, dispersión, bucles y reverberación no sólo crearan un ambiente de respiraciones, sino que generaran un entorno ecosistémico completo atravesado por un estado de desasosiego interior.

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El aire es la materia que sustenta todos los sonidos que han sonado y todas las respiraciones que han existido, y es nuestra conexión primaria con los otros en términos sonoros. Respiramos, y al hacerlo, sonamos. Y el sonido no es algo trivial. Es importante, potente y significativo. De hecho, demuestra y certifica la habitabilidad. ¿Escuchamos nuestra respiración, la de los otros?, ¿cómo hacemos sonar la respiración en el arte?, ¿cómo la escuchamos?

Existen ocasiones en las que escuchamos nuestra respiración o las de otros en un lugar donde se evidencia, generando un aporte a la creación del entorno sonoro concreto, como lo puede ser una obra artística. De esta manera podemos vislumbrar cómo un sonido impacta la vida humana y viceversa. Igualmente el sonido de la respiración incrustado en un objeto o espacio aparentemente inerte puede darle vida. En To breathe (Respirar), realizada en 2006 en el Palacio de Cristal de Madrid, la artista coreana Kimsooja hizo una instalación cubriendo todas las vidrieras del palacio con una película de difracción translúcida, tapando con un espejo todo el suelo del edificio y proyectando en todo el espacio el sonido de su respiración. A partir de este sonido, sumergió al visitante en un espacio que de repente tomó vida o en un lugar que evidenció la respiración de todos los allí presentes. “¿Pero por qué insisto en la auscultación como un modo de escucha que no sólo penetra en la espesura material de los cuerpos, sino que también espacia sus partes constituyentes?” (Zendy 2015, 112).

http://www.kimsooja.com/images/projects/palacio_de_cristal.html

Hay tiempos que desbordan la percepción humana como los tiempos geológicos o la memoria misma, incluso la auditiva. El sonido requiere tiempos de escucha que a veces nos sobrecogen. El tiempo de la respiración es efímero y a la vez continuo. La respiración es permanencia, muestra de vida, pausa, muerte, permanencia… En Aliento (1995), el artista colombiano Oscar Muñoz creó retratos de personas desaparecidas impresos en serigrafía fotográfica sobre espejos redondos del tamaño de una cabeza humana que sólo aparecen y se hacen visibles, si el observador/visitante respira y empaña el espejo. Por un instante fugaz el retrato tomado de imágenes de obituarios de desaparecidos vuelve. El soplo del observador da vida al retratado, memoria fugaz. 

Lo escribió Negroni: “el oído se afina en el encierro” (2023, 15). ¿Qué otra intimidad es más intensa que nuestro propio cuerpo? El vientre materno, donde nos gestamos, donde empezamos a escuchar, a escucharnos. El compositor colombiano Fabián Quiroga, en 2002, compuso Hebra una obra sólo para respiraciones y en cuya partitura se encuentra la siguiente frase: “Sólo me mudé de vientre, arrullo de placenta conocida… siento la conexión umbilical eterna.”

Recordar, abrigar, resguardar el cuerpo del difunto ha sido una práctica usual del ser humano. En los enterramientos en cuevas fue frecuente dejar vestidos, joyas, cerámicas y flautas junto al difunto siendo parte del ajuar funerario. Los huesos perforados o flautas, nos conectan con esos tiempos geológicos enormes y con el sonido eterno, el después de la muerte. En la película La cueva de los sueños olvidados de 2010, del director alemán Werner Herzog sobre las pinturas rupestres de Chauvet en Francia, se muestran algunos fragmentos de flautas de marfil encontrados en el sudoeste de Alemania. En el documental, Wulf Hein, arqueólogo experimental, habla de la vida en la Edad de Hielo y hace una demostración del sonido de una flauta pentatónica hecha del hueso radio de un buitre. Así, la respiración de hace miles de años, reaparece a medias en nuestro presente. La respiración es una conexión profunda de alternancia con la vida y la muerte durante todos los tiempos de existencia. 

He estado trabajando con el resto, lo que queda, el despojo, los huesos humanos, estos se han convertido en los elementos constitutivos de la operación simbólica en la que se vuelve a dar un lugar a ese ser muerto en el rito, donde el vivo desata con su voz, con su aliento, con su aire, las potencias del sonido que rodean el espacio donde vivos y muertos se vuelven a reunir, un ambiente venerable para un canto, un sonido y un encuentro único, íntimo, caluroso, un gesto de dignidad, de cuidado, de amor hospitalario. (Vásquez 2010)

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El artista colombiano Leonel Vásquez, en su obra Muertes vivas de 2010 sopla en un tubo que lleva el aire a una caja de madera que resguarda los restos humanos de un N.N. (sin nombre) mezclándose el aliento vivo con el hueso muerto. De la caja de madera sale otro tubo que activa una especie de flauta cuyo sonido inunda la sala.

Xochitlahtoanime – los que hablan con flores y cuicapicque – los compositores de canciones,  son los poetas o cantantes aztecas que aparecen representados en los códices produciendo su sonido formando un hálito enrollado o en roleo parecido a la espiral de la oreja o a la cavidad-caracola que retiene y al mismo tiempo proyecta el sonido, el respiro y el canto. En estas canciones se reflexionaba sobre el amor, las deidades, e inevitablemente, sobre la vida y la muerte.

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Hipotéticamente, si pudiéramos adentrarnos en los códices aztecas y tuviéramos la posibilidad de tener frente a nosotros nuestros hálitos enrollados y, además, escucharlos, nos haría más conscientes de nuestra respiración. Y así como pasa en la intimidad del cuerpo sucede en lugares amplios, vastos y abiertos, como el pintor alemán Caspar David Friedrich nos muestra en El caminante sobre el mar de nubes de 1818, o en lugares pequeños y cerrados como una caracola en la oreja o un ascensor sin música. Fue el compositor francés Michel Redolfi quien se basó, a modo de storyboard, en la pintura romántica del inglés John Martin Las llanuras del cielo de 1851 para componer su pieza Appel d’air (Llamada de aire). La obra, compuesta con sonidos de flautas manipulados, viaja entre el arriba y el abajo de las llanuras de Martin. El título en francés significa también una respiración profunda, siendo así una referencia del mismo compositor “a la experiencia satisfactoria de orquestar románticamente esos sonidos después de pasar mucho tiempo calculándolos” (Redolfi 1993). 

La transformación de la respiración en un objeto, imagen o idea nos plantea preguntas. Esta metamorfosis es una constante en el arte. Modificar, variar, mutar, transitar la materia. Respirar es vivir y morir una y otra vez esperando revelar desde lo poético una vulnerabilidad. Algo parecido a lo que sucede con el fenómeno sonoro en las artes gracias a su carácter dinámico y efímero. ¿Qué es ser vulnerable? La vulnerabilidad aparece en relación a los otros y a nosotros mismos. Respirar designa lo individual y el lugar común y sus intercambios: estar ahí y estar con, presencia y desaparición. Cuando sonamos, cuando producimos sonido, sucede lo mismo, estamos y nos conectamos al mismo tiempo. Es acercarse a eso tan esencial, misterioso y a su carácter de puente vida-muerte. Respiramos sonido, nos transformamos.

El artista chino Zhu Ming ha hecho múltiples espacios-burbujas en todo tipo de ambientes tanto urbanos como rurales. En 2008 construyó 14 en punto, Julio 27 en las montañas de Sichuan, llenas de neblina. Esta obra era una burbuja plástica y transparente en la cual doce personas desnudas permanecían dentro. La burbuja, metáfora del aislamiento, y su materialidad escogida, metáfora de la asfixia, creó un lugar silencioso de reunión que refleja la condición social de un país donde la performance se considera subversiva.

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Con Serie blanca: Sin título de 2009/2018 la artista colombiana María José Arjona, actuando como medio y herramienta, dibujó una línea roja con burbujas en las paredes blancas de una sala expositiva. Mediante esta serie la artista exploró que “la insuficiencia de la expresión escrita y oral se siente con más claridad en relación a palabras como violencia y memoria, historia y tiempo” (Arjona 2019, 46). En la obra, las manchas rojas que quedaron como huella de la explosión de las burbujas en la pared remiten a la sangre y la violencia. La repetición, el soplar una y otra vez las burbujas, denota el movimiento constante del que vive, activa y, en consecuencia, acciona dejando rastro. A mi entender, el aire es como las paredes blancas de la sala, es la posibilidad, es el medio y el espacio que activamos con la respiración. La intérprete y compositora lituana Clara Rockmore, una de las primeras intérpretes del instrumento Theremín, decía “no se puede tocar el aire a martillazos, hay que tocarlo con alas de mariposa”. ¿Por qué romper las burbujas de jabón con un martillo?

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PIEZA GRABADA

Pieza de habitación

Grabar el sonido de la habitación respirando.

1. al amanecer

2. a la mañana

3. a la tarde

4. a la noche

5. antes del amanecer

Asimismo embotellar el olor de la habitación en esas determinadas horas.

Otoño 1963

(Ono 1964).

Respirar es delicadeza y vulnerabilidad. Es el anhelo de salvación en la botella del náufrago ¿llegará mi respiración? ¿podré seguir respirando? El artista francés Marcel Duchamp, quien prefería vivir respirando que trabajar, quiso entregarle un regalo a su amigo Arensberg, quien tenía una gran fortuna y muchas posesiones, por lo que decidió darle una ampolla llena de aire de París que pidió a un farmacéutico de la rue Blomet. Un cilindro de aire comprimido perforado con la frase “el fondo del aire es rojo”, unido a un embudo de separación y un cráneo de pájaro es la pieza El Tata (El abuelo) del 2023 del artista chileno Mario Opazo. La memoria de América y África, el errante, el exilio, la diáspora, el posconflicto son algunos de los conceptos que el artista recorre en sus gestos simbólicos donde el aire, el tiempo y el espacio, cinematográficamente, se instalan en la obra artística.

¿Cuál es la naturaleza de la respiración? ¿Qué diferencia hay entre enfrentarse a la respiración en una obra de arte, la respiración en sí y la palabra respiración? ¿Cuál es la frontera entre el significado y la cosa? La palabra señala, nos permite pensar cómo hemos aprendido a pensar. Pero la palabra respirar o respiración nunca significa lo mismo. La incertidumbre es parte del lenguaje como lo es en el arte y en el aire. La palabra, aunque es también sonido, no necesariamente nombra la cosa, por eso la importancia implícita y explícita de la escucha. El sonido es en vivo la respiración, la respiración es sonora.

En Aguanta la respiración el mayor tiempo posible de 1972, el artista australiano Mike Parr realiza la acción mencionada. El rostro trata de concentrarse mirando fijamente a la cámara. La acción es corta, angustiosa… no podemos no respirar por mucho tiempo sin morir. La artista guatemalteca Regina José Galindo también aguantó su respiración en El cielo llora tanto que debería ser mujer de 1999. Se sumergió en una tina llena de agua y aguantó su respiración hasta el límite de no poder más. Repitió la acción una y otra vez hasta agotarse.

En Opus mortuarium from Opus Mors de 2019, el artista danés Jacob Kirkegaard grabó la morgue de un hospital donde se enfrían los cadáveres. En esta escucha de un espacio, al mismo tiempo lleno, al mismo tiempo vacío, ¿habrá escuchado Kirkegaard su respiración? ¿habrá respirado con el lugar? ¿es la respiración del espacio? El último aliento parece reaparecer en esta obra, como un momento estático de ese último respiro, ese último soplo.

La artista mexicana Teresa Margolles durante la primera Trienal de Poligrafía de San Juan de Puerto Rico el 2005, presentó su obra Vaporización, una instalación de una máquina de vapor que funcionaba a partir de aguas usadas para limpiar cuerpos en autopsias de la morgue. Este vapor era esparcido en el espacio de exhibición inundando y siendo respirado por los visitantes. El cuerpo respirando cuerpo. Cuerpos respirando cuerpos. En el aire no hay frontera, se comparte y punto. No puedes cerrar las orejas, los oídos no parpadean. Un día antes de la inauguración de la Trienal, naufragó un barco lleno de mujeres inmigrantes dominicanas. La artista decidió usar el agua del mar de la playa donde fueron encontrados los cuerpos de estas mujeres a modo de homenaje para generar el vapor de su obra. 

La única frontera del sonido puede ser la distancia. La escucha es tacto a distancia. ¿Cuán lejos llega una respiración? El sonido muere, sus ondas pierden energía, así como la vida se desvanece. ¿Es la proximidad agresión intensa o un afecto potente? Parar oreja es acercarse, el sonido de la respiración es íntimo al igual que es efecto mariposa. La distancia también crea diferencias. Sensaciones de distancia. Crea fronteras entre sonidos porque el sonido cambia en su desplazamiento a través del aire y el espacio, se transforma energéticamente, físicamente, muta simbólicamente.

Último aliento de Lozano-Hemmer del año 2012, es una instalación diseñada que resguarda y hace circular el aliento de una persona para siempre. Una bolsa de papel marrón automáticamente se infla y desinfla a través de unos fuelles de respiradores artificiales de hospital. “El aparato cuelga de una pared y se activa 10.000 veces al día, la frecuencia respiratoria típica de un adulto en reposo, incluidos 158 suspiros” (Hemmer, 2012). El artista escoge los soplos de quiénes guardar en la obra. ¿De quién guardaríamos su respiración, el sonido de su respiración?

https://www.lozano-hemmer.com/last_breath.php

Gracias a la capacidad del sonido de ser interpenetrante, podemos hacer que cualquier sonido pueda ser parte, no sólo de otros sonidos, sino de otros lugares, tiempos y cuerpos. Esta cualidad es la del aire y de la interconectividad de la respiración. Es más difícil hablar o escribir sobre las cosas comunes porque son las que solemos dar por sentado. El arte puede convertir los sonidos ordinarios en extraordinarios, y lo extraordinario en ordinario. 

Insuflar un instrumento musical era lo mismo que “animar”, dar alma, ofrecer al aire una entidad audible. Uno de los equivalentes latinos de “aliento” (anhelítus) era precisamente “anhelar”, buscar concordia con el deseo expresado por la voluntad individual. (Andrés 2008, 59).

El oído no posee nada, es un túnel vacío, que con la escucha, en cambio, se llena. La escucha es un oleaje. La escucha no le pertenece a nadie y al mismo tiempo a todos. La respiración es igual. El sonido es igual. Es enfrentarse en igualdad de fuerzas a la vida y a la muerte. El paralelismo propuesto en este escrito entre la respiración, el sonido y la escucha es una propuesta de partitura vital. ¿Qué anhelamos de la vida y la muerte? ¿Qué anhelamos del arte? ¿Cómo, cuándo y por qué respiramos? ¿Escuchar la respiración, las respiraciones, nos hace conscientes de nuestra vitalidad y mortalidad? ¿Por qué crear experiencias artísticas y de escucha con el sonido de la respiración? 

Respirar para escuchar, respirar para sonar, sonar para respirar, escuchar para respirar.

Bibliografía
  • Andrés, Ramón. 2012, Diccionario de música, mitología, magia y religión, Barcelona: Acantilado
  • Arjona, María José. 2019, Hay que saberse infinito, Bogotá: Museo de Arte Moderno de Bogotá
  • Goldberg, RoseLee. 2018, Performance now, Live art for the 21st century, Londres: Thames & Hudson
  • Negroni, María. 2023, El corazón del daño, Buenos Aires: Penguin Random House Grupo Editorial
  • Milano, Lucca (curaduría). 2011, Regina José Galindo, Milán: Silvana Editoriale
  • Ronnberg, Ami y Kathleen Martin, eds. 2011, El libro de los símbolos: reflexiones sobre las imágenes arquetípicas, Taschen
  • Szendy, Peter. 2015, En lo profundo de un oído, una estética de la escucha, Santiago de Chile: Metales Pesados
  • Yoko, Ono. 2023. Grapefruit. Nueva York: Simon & Schuster.
Discografía
  • Redolfi, Michel. 1993, Appel d’air, París: INA GRM
  • Zanési, Christian. 1990, Stop ! l’horizon. Profil – Désir, Courir, París: INA GRM
Filmografía
  • Herzog, Werner. 2010, La cueva de los sueños olvidados
  • Rovner, Lisa. 2020, Sisters with transistors
Páginas web

Julia Fernanda Bejarano López (Bogota, 1991)

Artista, compositora y diseñadora de espacios. 

En su trabajo le interesa generar experiencias de escucha permeadas por el estar/habitar acusmático y poético. Igualmente se ha dedicado amorosamente a la composición de música electroacústica. Explora los sonidos y elementos esenciales de la vida a través de la creación de dos espacios-tiempos artísticos: el concierto electroacústico y la instalación plástica. Ha mostrado su trabajo en eventos artísticos y musicales de países como Colombia, España, México, Francia, Bolivia, Perú, Italia, Cuba, Alemania, Holanda, Argentina, Estados Unidos y Panamá. 

juliabejaranolopez.com

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