Habitar espacio y tiempo: el paisaje sonoro de la(s) memoria(s) y la persistencia de lo político

TEXTO
MÓNICA SALINERO-RATES

memoria/lo político/espacio-tiempo/arte sonoro/ 

 

La memoria ha sido abordada desde diversas perspectivas y disciplinas, incluyendo las artes tal como lo hace el artista Alfredo Jaar en su obra Geometría de la conciencia, en la que la memoria es un ejercicio de la conciencia. 

En la reflexión que desarrollo a continuación pongo en relación el concepto de memoria con el de paisaje sonoro, concebido como una particular estética política (Rancière, 2014) del habitar el espacio tiempo, a través de dos trabajos individuales de las artistas Bárbara González y Ximena Bórquez. 

Tanto en la obra Ventanas al aire (2022), de González, como en Takanas, Geometrías para el Agua (2017), de Bórquez, estos paisajes sonoros están indefectiblemente relacionados con el espacio tiempo que habitan. Indexados al devenir de un territorio, conforman memorias actualizadas de las luchas por la construcción del pasado (Jelin, 2018), del presente y, a la vez, desde la perspectiva del registro, son archivos no oficiales del futuro. Se trata de obras de arte sonoro, o bien contemporáneas desde la conceptualización de Medina (2010) en la que confluyen actividades, acciones, tácticas e intervenciones bajo el paraguas de una misma matriz poética y dentro de una misma temporalidad, que ocupan las ruinas de las artes visuales. Desde mi perspectiva –como ya he planteado en otras reflexiones (Salinero, 2019)–  ese transitar y apertura entre disciplinas artísticas es una característica especialmente significativa de las prácticas del arte sonoro en Chile, en las que lo central es el sonido en tanto materialidad de las obras. De modo que el sonido no es, simplemente, un accidente o circunstancia insoslayable en una obra. 

Mientras Ventanas al aire es una investigación en torno a la cotidianeidad de las mujeres que se manifiestan contra la zona de sacrificio de Ventanas en la costa central de Chile; la serie Takanas, Geometrías para el Agua (2018) se aproxima al pensamiento y conocimientos de las y los habitantes de los pueblos prehispánicos de los Andes del Sur. Ambas obras me permiten dialogar en torno a las relaciones entre las partes que conforman las luchas que el espacio tiempo arrastra consigo. Así el espacio tiempo es indivisible del ruido, del sonido, de la música, del hablar. Sostengo que todo territorio es un devenir que contiene la controversia estética política sobre la(s) memoria(s) de su paisaje sonoro. Si bien aquí no son abordadas obras como Agarra el Micrófono, Protesta, o Cartofonía de un mañana que se encuentran en el Museo del Estallido Social en Santiago de Chile, veo en ellas este juego en el que se actualizan las luchas que se encuentran contenidas en el paisaje sonoro, y se expone la disputa estética sonora de las memorias en el devenir del territorio. Los sonidos y su disposición, los silencios, los ritmos, el ruido y las palabras, así como sus modos de circulación y reproducción –tecnológicos y/o corporales– nos invitan a explorar las tensiones de las relaciones del territorio que encarnan, con sus jerarquías y hegemonías sobre cómo se construyen las memorias del paisaje sonoro.

La memoria parece estar atada al pasado. Como si se tratara de un ejercicio que consiste en recordar el tiempo que se ha ido, ese tiempo donde sucedieron los hechos. Sin duda la memoria nos remite al pasado trayendo los recuerdos, es decir aquellas formas en que hemos experimentado y construido la realidad social, aquel mundo compartido con otros seres, con otras personas. Una realidad compuesta por múltiples situaciones, desde eventos que hemos vivido como protagonistas o espectadoras, otros que hemos leído, que nos han contado, o hasta que hemos imaginado. Sin embargo, la memoria o, mejor dicho, las memorias son un trabajo colectivo que no pueden ser separadas del presente, porque solo pueden experimentarse por medio del aquí y del ahora. El recordar colectivo es un acto del presente, las memorias tienen siempre una dimensión performativa al construir activa y colectivamente las formas en que elaboramos y comprendemos el pasado, y por ello son múltiples y van cambiando. En tanto acción del presente las memorias tampoco pueden separarse del espacio. Siempre hacen referencia a una realidad social que implica diversos tipos de relaciones situadas.

Ventanas al aire *

En base a un proceso de investigación acción sonora visual sobre las relaciones y activismos en la zona de sacrificio medioambiental del puerto de Ventanas en la V Región de Valparaíso, Chile, González desarrolla y construye una propuesta instalativa que pone en el centro el mundo sensible en torno al conflicto, las luchas y las vivencias cotidianas de sus habitantes afectados por el deterioro de su ecosistema y su propia salud desde hace más de 50 años. A través de registros sonoros, visuales, testimoniales en la vinculación y participación en las acciones de recuperación de las mujeres organizadas de la ciudad, (y otras de manera más anónima) se levanta una materialidad sobre las que se realizan diversas operaciones de edición, reproducción, conexión y amplificación del paisaje sonoro. Se pone en marcha una performatividad sobre las acciones que construyen un paisaje sonoro cuyos elementos se disponen y circulan –tecnológica y/o corporalmente– entrelazados con el ordenamiento social y cultural, con sus jerarquías y hegemonías. 

La propuesta explora y evidencia las desigualdades estructurales que complejizan las luchas diarias en las que las mujeres organizadas y movilizadas han tenido un especial protagonismo, enfrentándose a un marco de discusión socio política estrecho, de diálogos elitistas y patriarcales, y marcado por una falta de acceso a herramientas para el ejercicio de la libertad de expresión y la participación en los asuntos públicos, como la radio. Sin duda se trata de un paisaje sonoro particular, que manifiesta la existencia de un entramado industrial que genera ruidos de máquinas, sonidos del mar y de la cotidianidad de la vida social, palabras y discursos en torno al progreso y el desarrollo, así como ruidos de alarma, silencios abruptos, y puertas que se golpean provenientes de los días muertos del encierro por los niveles de contaminación, llantos, quejas de dolor corporal, sonidos de los cuidados de la vida. Sonidos que entrelazan lo público y lo privado, propio de las demandas de las activistas mujeres y/o feministas, por el reconocimiento de la igualdad y la transformación de esas condiciones de existencia expresadas en la división y disposición de lo sonoro en el paisaje y de las memorias hegemónicas que han excluido nuestra participación y acción permanente (Vitale, 1987).

Utilizando la radio análoga –de gran importancia aún en el país– como punto de encuentro y de irradiación del paisaje sonoro visual, la instalación irrumpe en el dial privatizado de Chile –cuyo uso está penalizado– para transformar en sororidad y resistencia, discurso y agente, a la sonoridad de la impasible realidad de la sociedad neoliberal, que expulsa del mundo a quienes viven las consecuencias del proyecto de desarrollo extractivista y ecocida impuesto por la dictadura cívico militar sin contrapesos. 

A través de un proceso de investigación y exhibición colaborativo en los que participaron las voces de las mujeres de Ventanas y Puchuncaví Francisca, Camila, Macarena, Juana y Julia; el grupo Entropía en concierto, y la marcha convocada por la colectiva “Mujeres en zona de sacrificio” para el registro ambiental, se re-construye el paisaje sonoro de Ventanas exponiendo la controversia entre la vida futura y la agonía de las muertes anunciadas. Lo que parece ocasional, lejano y caótico, como las marchas y discursos de las mujeres, se vuelve protagonista para fijar la disputa por la memoria del paisaje sonoro de Ventanas e imaginar radicalmente el futuro. La obra y los registros de la misma me plantean preguntas sobre la escucha activa, esto quiere decir cómo podemos disponer de la escucha consciente cuando habitamos la sonoridad pasada y presente que expone la persistencia de lo político. Cómo reconocemos el derecho a hablar y a disputar el paisaje sonoro que da cuenta del devenir de un territorio; cómo se genera un acto consciente de escucha que reconoce las estructuras hegemónicas que se imponen en la percepción y en la producción de las memorias de la sonoridad.

Bárbara González «Acción 81 – Ventanas al Aire»

Registro: Alexis Llerena

Takanas, Geometrías para el Agua **

Se trata de una serie de tres obras sonoras visuales producto de dos viajes de residencia de investigación en Perú, en la que Bórquez explora sensorialmente las diferentes terrazas de regadío del Valle Sagrado de los Incas. Una tecnología desarrollada por los pueblos de Los Andes para una producción adaptada a las características de la zona, que ya no se utilizan. Dos de ellas vinculan registros fotográficos de las terrazas con el sonido del río Urubamba captado a través de micrófonos externos e hidrófonos gracias a la colaboración del artista Nelson Márquez, de modo que se establece una relación entre las aguas del afluente con la tecnología prehispánica para cultivos, donde se completa el paisaje con la sonoridad del agua. El libro Moray funciona así como un archivo disponible para la activación del conocimiento que contiene. Si tan solo viéramos los registros visuales de las terrazas observaríamos el abandono, imágenes de vestigios arqueológicos que nos remiten a culturas extintas y a la implantación de las tecnologías occidentales coloniales y postcoloniales, a un conocimiento perdido de tiempos remotos. El agua incorpora el fluir, plantea la necesidad de ese conocimiento y su tecnología de terrazas en ese territorio. Las estéticas sonoras de lo político hacen que el espacio y el tiempo vuelvan a ser percibidos en su inseparable interrelación. Esa interrelación es el devenir que expone los sonidos del caudal del río, del agua que irá a nutrir los cultivos. La sonoridad del agua transforma el pasado en presente ante las irracionalidades de las técnicas de producción occidentales, así como su lógica propia de devastación que incluye la violenta colonización de los pueblos, la negación de su palabra junto a la expulsión de su espacio. 

 

Quizás, de forma más radical, la obra dispositivo Andenerías de Pisac transforma las imágenes en signos sonoros de abstracción de las terrazas. Dibujadas en cobre, material propio de los yacimientos de Los Andes, las líneas recortadas en forma de escaleras (terrazas) transmiten la energía para generar luz y sonido a través de circuitos electromagnéticos análogos. La luz y el sonido se aceleran en la medida que movemos la lengüeta que activa el dispositivo, como si se tratará de la velocidad del agua que se acelera en su caída piso a piso por una terraza de regadío. Este sonido ya no es uno de tipo orgánico, no es el agua y su fluir. Esta sonoridad es directamente una memoria posible del paisaje sonoro que emerge del conocimiento que estas terrazas encierran. Las estéticas sonoras de lo político ponen movimiento el pasado y el presente en el habitar del territorio que critica la idea binaria cartesiana del tiempo separado del espacio. La colonización ya no es un problema del pasado, tampoco se trata de la prolongación de las estructuras coloniales en la poscolonialidad, nos adentramos en otro escenario, en el de lo político, en el presente anticolonial. Así aparece una forma que contraviene la memoria social hegemónica, actualizando las luchas silenciadas que esta memoria sepulta cuando las sitúa solo en el ámbito del tiempo pasado, como si se trataran de luchas superadas y distanciadas de nuestro mundo actual. Ese mundo es el que habría avanzado siguiendo la concepción tradicional del tiempo lineal –o bien, que avanzará dejando tras de sí el problema como se plantea desde el discurso del progreso en el caso de Ventanas y de los pueblos indígenas. 

Ximena Bórquez «Takanas – Geometrías para el Agua»

El derecho a producir sonidos y a construir memoria.

Habitar políticamente tiempo y espacio del paisaje sonoro es el ejercicio del derecho a producir ruido, sonidos, palabras, y silencios con sus ritmos, tonos, volúmenes. Pero también coloca sobre la mesa el problema de la construcción de la(s) memoria(s) del devenir de los territorios. Ambas nos remiten a la estética política sonora. Se trata de la construcción del pasado e instalar la controversia sobre cómo se enuncia el pasado ante la hegemonía de visiones lineales y progresivas del tiempo y las sonoridades. Obras como las de González y Bórquez nos abren caminos para ejercer, también, el derecho al acceso al archivo (Azoulay, 2014) y a la memoria de los paisajes sonoros a través de archivos sonoros del futuro. Estos archivos funcionan como fuentes no oficiales para activar la disputa y las memorias que actualizan lo político, que nos interpelan a generar una escucha activa para reconocer los signos y significatividades de la disputa misma. 

Notas

* La primera propuesta instalativa de esta investigación aún en curso, fue exhibida en la exposición colectiva Rebeldes, Laboratorio Experimental de Prácticas Feministas Chile – Alemania, junto a una performance de activación de la instalación, realizada en el Museo de la Memoria y los Derechos Humanos de Chile entre marzo y agosto del 2022. Curada por Jessica Fritz, Stella Salinero, Sophia Firgau y Mónica Salinero.

** Serie de investigaciones sonora y visuales que han sido expuesta en exposiciones colectivas e individuales desde el año 2019.

Referencias

  1. Azoulay, Ariella (2014). Historia potencial y otros ensayos. Taller de ediciones económicas.
  2. Jelin, Elizabeth (2018). La lucha por el pasado: Cómo construimos la memoria social. Siglo XXI Editores. 
  3. Medina, Cuauhtémoc. 2010. Contemp(t)porary: Once tesis. E-flux journal. Bd. 101, Nr. 1, S. pp. 72- 76. Sternberg Press.
  4. Rancière, Jacques (2014). El reparto de lo sensible. Estética y política. Prometeo Libros. 
  5. Salinero, Mónica (2019). “Sobre los límites difusos del arte y la percepción. Reflexiones sobre la obra Enacción”. en Enacción, Bárbara Gonzalez. Catálogo de exposición individual. Galería Gabriela Mistral.
  6. Vitale, Luis (1987). La mitad invisible de la historia latinoamericana: el protagonismo social de la mujer. Sudamericana/Planeta.

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