Trazo una línea recta imaginaria desde el Cerro Barón hasta el otro lado de la bahía. La línea llega al Paseo Atkinson. Pienso en los hilos comunicantes y en maneras de comunicarnos de un cerro a otro. Camino desde el Cerro Barón hasta el Paseo Atkinson siguiendo esa línea inventada, y regreso. Voy anotando los sonidos que escucho. ¿Qué sonidos son considerados “silencio” vs. “ruido”? ¿Dónde empiezan y dónde acaban? Dejado atrás el ruido del plan, y una vez en el cerro, cada sonido se deja esperar. Llego al “silencio” ¿Qué sonidos quedan?
5 de septiembre, 2022
Llego a B.A.S.E. El día apenas suena. La niebla ha decidido cubrir los cerros. Bromean con que he llegado en un funeral.
Primera semana
Camino por Valparaíso. Salgo de O’Brien. Llego hasta la Plaza Echaurren.
Bajando el cerro Barón, mi atención al sonido se va contrayendo. Dejo los pájaros, ladridos y maullidos, algún que otro motor, conversaciones u obras. Se me viene una hostia sonora que no veo llegar.
Bocinas (plaf) Motores (plaaaaf plaf) Puertas (plaf) Voces (plaf, plaf, plaf, plaf, plaf) Gritos (Plaaaaaf) Brasas (plaplaplaplaf) Palomas (Plaf plaf plaf) Gaviotas (plaaaaaaf plaaaaaaaaaaaaf) Micros (plaf!) Metros (pla pla pla pla pla pla pla)
Vengo viendo muchos perros autosuficientes. Pasean las calles, se paran en las plazas, cruzan la calle, te miran. Me miran. ¿Me miran?
Sigo alejándome del silencio, y no paro de pensar que aquí el silencio soy yo, abrumada por un lugar nuevo. Las calles de camino a la plaza están llenas de estudiantes y de paredes que hablan.
Es una sensación extraña, estoy rodeada de sonidos, pero al mismo tiempo se siente un silencio violento, o es el que estoy proyectando.
alarma—ladrido—motor—ladrido—»libros a tres lucas»—nananana nananana nananana—cumbia—“noooo a mi la bulla me gusta para trabajar”—“nunca había venido a este café”—motores—puerta abriéndose—pasos—
¿Qué no suena en Valparaíso?
*
Me aproximo al paisaje sonoro de Valparaíso a través de caminatas desde el Cerro Barón hasta el Paseo Atkinson:
Bajo el cerro por la calle O’Brien, paso Guacolda, Blanco Viel, y llego a González. Ahí, giro a la izquierda hasta Nelson, donde giro a la derecha hasta Diego Portales. Camino Diego Portales hacia abajo hasta el mirador Barón. Me siento a contemplar la bahía mientras se escucha el ruido de los coches que vienen por la autopista entrando en la ciudad. El gatito atigrado de la tienda de vinos de al lado viene a saludarme (meow). En el mirador, observo cómo los buses pasan por la Avenida de España y entran en la de Argentina a medio derrape. Cojo el ascensor Barón para bajar del cerro y camino toda la Avenida de Brasil hasta la plaza de Aníbal Pinto. Paso por el mercado El Cardonal, diferentes universidades y facultades de ingeniería, paredes llenas de mensajes de crítica social. Al llegar a la plazuela, subo por Pedro Montt hasta el ascensor Reina Victoria. En ese punto, me transformo en turista. Una vez en el Cerro Alegre, camino hasta el Mirador Atkinson, donde recojo el otro extremo de la línea recta imaginaria.
Vuelvo al Cerro Barón deshaciendo el camino:
Imaginaria recta línea la de extremo otro el recojo donde, Atkinson Mirador el hasta camino, Alegre Cerro el en vez una. Turista en transformo me, punto ese en. Victoria Reina ascensor el hasta Montt Pedro por subo, plazuela la a llegar al. social crítica de mensajes de llenas paredes, ingeniería de facultades y universidades diferentes, Cardonal El mercado el por paso. Pinto Aníbal de plaza la hasta Brasil de Avenida la toda camino y cerro del bajar para Barón ascensor el cojo. Derrape medio a Argentina de la en entran y España de Avenida la por pasan buses los cómo observo, mirador el En. (Meow). Saludarme a viene lado al de vinos de tienda la de atigrado gatito El. Ciudad la en entrando autopista la por vienen que coches los de ruido el escucha se mientras bahía la contemplar a siento Me. Barón mirador el hasta abajo hacia Portales Diego Camino. Portales Diego hasta derecha la a giro donde, Nelson hasta izquierda la a giro, Ahí. González a llego y, Viel Blanco, Guacolda paso, O’Brien calle la por cerro el Bajo.
**
Dos señoras se sientan en el patio de un café y conversan entre largas pausas
el tiempo
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la enfermedad
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el tiempo
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el dinero
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la enfermedad
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la familia
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el dinero
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la enfermedad
El sonido no va en línea recta, sube los cerros en zig zag, y se pierde en sus grietas.
***
Los cables de electricidad que atraviesan mi ventana siguen una línea recta. ¿Hasta dónde llegan? Cuento cuatro cables tensionados. Al fondo de la ventana, el paisaje se corta en dos por la línea del horizonte. Los barcos de la bahía parecen líneas trazadas con subrayador.
Las líneas rectas se topan unas con otras, el horizonte con las azoteas, los cables con las alambradas.
Abro un mapa de Valparaíso que hay sobre la mesa y trazo una línea recta…
****
Distingo tres identidades sonoras de principio al fin de la línea y me pregunto qué sonidos se repiten en cada zona
Cerro y Mirador Barón
Plan por Avenida de Brasil
Mirador Atkinson en Cerro Concepción
La escucha es en movimiento. El paisaje sonoro del plan es lo que Murray Schafer o Hildegard Westerkamp definieron como Low-Fi environments. Apenas puedo focalizar la atención en nada ya que todos los sonidos del cerro, aunque ahí presentes, están camuflados. El volumen de sonidos presentes no me permite escuchar nada que no sea el rugido de un coche, el abrir de puertas de una micro, o la cacofonía urbana propia de una autopista atravesando la ciudad. Camino agitada, con prisa, siendo consciente de que el ritmo sonoro va marcando mis pasos.
En ambos cerros, mi caminar es más pausado, también mi escucha.
Trazo una línea recta en el mapa para trazar una comunicación de cerro a cerro y me pregunto sobre mi necesidad de trazar lógicas sobre lo ilimitado para hacer sentido de ello y al mismo tiempo, me pregunto lo absurdo de las clasificaciones del sonido que mi mente hace para darle sentido al paisaje. Pensar los sonidos me hace estar en conexión con el entorno, sin embargo, no pretendo darle un sentido más allá de la escucha, no me preocupa anotar representaciones del sonido realistas ni milimétricas. Las transcripciones que voy haciendo son una percepción subjetiva del paisaje sonoro basadas en mi propia escucha y su memoria. Resulta una ficción un tanto real, un tanto imaginada de los sonidos que escucho en mis caminatas.
Voy bajando el cerro Barón. A cada metro que avanzo, dejo un sonido atrás. Se me van cayendo los sonidos como monedas de un bolsillo roto. Al atardecer, vuelvo a subir el cerro, y los recojo. Uno a uno, los vuelvo a incorporar.
Al subir el cerro, no dejo ningún sonido atrás, al contrario, voy des-camuflando la maraña sonora para hallar todos aquellos sonidos ocultos bajo el paisaje sonoro del plan. Todos esos sonidos que quedaban enmascarados empiezan a sonar al alejarme del plan. Ese silencio sonoro se revela a medida que empiezo a escuchar.
En lo alto del cerro, el ruido se difumina y el silencio se empaña de sonido.
*****
Soy un sonido en movimiento, que va incorporando nuevos sonidos a medida que se desplaza. Fluctúo entre sonidos, recogiéndolos y desproveyéndome de ellos. Los sonidos van habitando nuestros cuerpos, se incrustan en nuestros pliegues y se quedan ahí cobijados, para reconocerlos al volverlos a escuchar.
Segunda semana
O’Brien 274 «B.A.S.E. Tsonami» tiene su propia partitura marcada por las horas del día:
*
He asociado un símbolo a cada grupo de sonidos que escucho en el cerro Barón y en el plano de Valparaíso. A medida que subo hacia el cerro, mi atención al sonido se expande. Dejado atrás el ruido del plan, llego al “silencio” ¿Qué sonidos quedan?
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PLAZA DE SOTOMAYOR
Bocinas, motores, voces, música, se abre la puerta de una micro, frenos chirriando, gaviotas, motos, música, una valla se abre, pájaros, suena el timbre de un teléfono Hello Moto
AV BRASIL
Brasas, estudiantes, micros, coches, motos, palomas, gaviotas +
AV ARGENTINA
Vendedores, coches, micros
CERRO BARÓN
Perros, gatos, el camión del gas, el de la chatarra, niños, señoras a la fresca conversando, una moto, gaviotas, un barco saluda a otro, pasos esporádicos por la calle, frenos, puertas se abren, puertas se cierran
PASEO ATKINSON
El ascensor Reina Victoria parece una cabina de avión, lo coges en una ciudad, y apareces en otra. Según salgo del ascensor en cerro Alegre, hay un pasillo estrecho lleno de turistas. La música que sale de los bares son (((versiones lentas))) de hits pop. Las casas y los edificios de alrededor sirven de escudo del ruido que viene del plan.
Apenas escucho sonidos provenientes del puerto, pasos de gente, jajas ni hahas, “Uno, dos, tres, ¡foto!” conversaciones en torno a los edificios de alrededor, las casas, el vértigo>>>
Desde la cafetería Brighton se divisa el cementerio NO. 1 de Valparaíso. A día de hoy y en este preciso momento, los muertos escuchan la música que sale de los altavoces del café. Un remake (((versión lenta))) de Justin Bieber, ¿quién se lo iba a decir?
Bajo de nuevo en el ascensor, unos pasos más abajo entro de nuevo en la cacofonía del plan. La arquitectura del plan es ordenada, sin embargo, los sonidos apenas siguen ningún patrón. La partitura es un manchón que se expande entre sus calles y avenidas.
Cartografía sonora del plan, del cerro, de la línea recta imaginaria de cerro a cerro
Los nombres que describen el sonido son de cristal muy fino, a poco que dejas de escuchar, la sensación se rompe y es imposible recordarla hasta volver a escucharlo.
Tercera semana
Caminamos—Pablo y yo—por el cerro destellándonos con espejos.
Partitura solar
De cerro a cerro (acción performática)
El miércoles 21 a la 1 del mediodía.
En el Paseo Atkinson (Cerro Concepción) están Agnes, Javiera, Joaquina y Pablo con un espejo.
En la escalera Población José Ignacio Zenteno (Cerro Barón) estamos Jano, Rodrigo, Paolo y yo con otro espejo.
Realizamos una acción en la que, divididos en estos dos grupos, nos comunicamos de cerro a cerro a través de los espejos, que en cierto ángulo, reflejan la luz solar hacia el otro cerro.
Al recibir un destello desde el otro cerro, emitimos un beeeep~~~
Al finalizar la acción, nos percatamos de que estábamos a la misma altitud: 56 metros sobre el nivel del mar.
beeeeeeep
beeep
beeeeep beeeeep
beeep beeep beeep beeep
beeeeep
beeep
Ascensor Barón
Al principio me preguntaba dónde empieza y dónde acaba el silencio en el Cerro Barón, o dónde empieza ese umbral del paisaje sonoro de «alta fidelidad» y dónde termina. Pensaba en una bifurcación, en una señal que demarcase ese pasaje.
La bifurcación sensorial que no se concreta pero que se escucha es un límite que fluctúa según quién lo escuche. Un límite inventado, cuyos lindes se intercambian, pero que podría quedar arquitectónicamente representado por los ascensores de la ciudad. Como una caja de madera que transporta de un ambiente a otro.
El viernes 23 de septiembre, voy con Rodrigo a grabar el ascensor Barón. Ponemos micrófonos de contacto en la ventana, el suelo y en el asiento del ascensor. Bajamos solos—100 pesos+100 pesos—subimos con un chaval en una videollamada—bajamos con unas chicas—100 pesos+100 pesos—subimos con la operadora del ascensor que se para a escuchar lo que estamos grabando—grabamos el motor del ascensor—grabamos la cabina de los operarios—~~~~~~~~~~~~~~
Cuarta semana
Voy transcribiendo las sensaciones sonoras a través de la línea recta imaginaria trazada desde el cerro Barón hasta el Paseo Atkinson. Documento la cartografía en un rollo de papel con la ayuda de una máquina de escribir.
Experimentamos (junto con Pablo y Rodrigo) en la sala de exposiciones B.A.S.E. sobre cómo reproducir la acción solar en la muestra. Instalamos dos espejos sobre dos altavoces de manera que se puedan manejar para que queden con un ángulo inclinado hacia la luz solar. Los espejos, a su vez, van colocados sobre unos transductores que están reproduciendo el sonido del ascensor Barón. Estos transductores hacen vibrar los espejos, proyectando el sonido de la vibración del ascensor sobre la pared a través de los reflejos de luz. Los altavoces quedan en silencio, siendo sólo útiles como soporte. Un tercer altavoz colocado de cara a la pared sí reproduce sonido, vibrando la pared de la sala como ese paso entre el ruido y el silencio que supone el ascensor. Instalamos también los cuatro cables que soportan el relato de una línea.
"Espacio Imprevisto" entrevista en Radio Tsonami
Miércoles, 28 de septiembre, 2022. 7 pm.
Espacio imprevisto es una entrevista en la Radio Tsonami—realmente improvisada—en la que se fue armando una conversación, sonidos, grabaciones, pausas, miradas cómplices y la lectura de alguno de los escritos del Relato de una línea . Al principio divagamos hasta que se va armando algo que parecería hasta planeado.
Agradezco mucho a Pablo y a Rodrigo que siempre estén dispuestos a la espontaneidad del presente.
Muestra final del proceso
Viernes, 30 de septiembre, 2022.
Se invita a la gente de Valparaíso y alrededores a venir a la muestra a las 7 de la tarde. De 4:30 a 5:45 pm se realiza una acción performática en la que voy moviendo tanto la posición como el ángulo de los espejos para que reflejen el sonido del ascensor a través de la luz solar——a cada extremo de las cuatro líneas.
Relato de una línea
Como parte del proceso de la residencia editorial, nos planteamos reproducir el relato. A Agnes se le ocurre utilizar una impresora térmica. La instalamos en la sala para que las personas que vengan a la muestra puedan imprimir en el momento cualquiera de las notaciones del relato de una línea y llevarse su propia versión.
¿Qué sonidos quedan?
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